Hace justo un año tuve que volver de Francia. Las clases se acabaron y aquí tenía exámenes, si por mí fuera aún estaría allí. Aún así, la vuelta fue optimista, me sentía como si fuera a comerme el mundo a cucharadas. Un año después sí que hay cambios en mi vida, pero de trabajo nada de nada y cada día que pasa más parece que voy a formar parte de esa generación perdida. Menudos tiempos para vivir...
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