Fue a primeros de julio, pero antes de ir tenía que matricularme en la escuela de idiomas. Y fue un horror. Cuatro horas de cola. Desde el primer año no me pasaba algo así. Pero al día siguiente, por unas horas, tras muchos intentos fallidos esta temporada, pude ir a la playa e incluso bañarme. ¡Yupi!
Y no fue sólo ese viaje, este mes también he ido a Bilbao para hacer una entrevista y un largo fin de semana, esta vez con poco éxito para ir a la playa. De hecho, sólo había una persona en la arena. ¿Habrá más suerte la próxima vez?
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