Me leí el libro de Ángel Sierra, El ángel perdido. Está bien y tal, pero no me acabó de gustar, podía mejorar siendo más manga. Aquí van mis propuestas (por supuesto, contando cosas de la trama, así que si tienes un mínimo interés en leer el libro, hasta aquí puedes llegar):
1. Lo de poner como protagonista a una mujer está bien, pero ésta debe ser una adolescente o una veinteañera, no hacerlo es un error de principiante.
2. Falta intriga romántica. Esto debería estar penado por ley, escribir una novela sin una mínima tensión sentimental o sexual. La prota debería debatirse entre los sentimientos a su marido y la irrefrenable pasión que siente por quien sea, o por quienes sean. Así, este triángulo amoroso daría pie a una persecución más interesante, una lucha por amor.
3. El sexo y la violencia nunca jamás están de más. ¿Por fin se reencuentra la parejita y no hay ni un triste beso? Muy mal.
4. Hablemos de la violencia. Vale que intentes hacer una novela muy realista, pero si narras un tiroteo en la catedral de Santiago de Compostela, lo mínimo exigible es no dejar piedra sobre piedra. Es más, en la novela, después del tiroteo la gente duerme apaciblemente y no se empana de nada. ¿Perdona? ¿Me estás diciendo que han dañado una obra de arte única en el mundo y a los curas parece darles igual? ¿Me estás diciendo que en España pasa algo así y todo el mundo sigue a lo suyo? Si la novela fuera realista comentaría como Santiago de Compostela está tomada por los curiosos y periodistas mientras cierta profesional conocida por sus malas artes retransmite en directo desde su unidad móvil en un programa especial de Madrid hasta Santiago. Y volviendo a la destrucción de la catedral, la destrucción nunca sobra, le da más dramatismo a la cosa. Vamos, es que si no hubiera caído, la periodista conocida por sus malas artes se hubiera encargado de tirarla.
5. Sabiendo que vas a realizar un superventas, tienes que pensar en los productos relacionados. Puede que una marca de electrónica te haya pagado para que cuentes con detalle las funcionalidades de su último aparatito, pero eso no es motivo para que no hagas caja por tu cuenta. En vez de piedras feas... ¡Joyería! Eso siempre queda bien, puedes inflar el precio y tampoco hay que matarse a pensar, si cualquier famosa de medio pelo diseña joyas, ¿por qué no vas a poder hacerlo tú?
Y ya está. Por si acaso, aclarar que esto va en broma (o no) y que el libro mola mucho, cuenta cosas muy curiosas y es muy ameno de leer.
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