En mis inicios en el mundo del manga, Akira era una de esas obras que debías amar sí o sí. Mi primer contacto con la historia fue la peli. Aun pareciéndome muy lenta me gustó, sin llegar a emocionarme. La alquilé un fin de semana junto El castillo de Cagliostro y ésta última me enamoró completamente como no podía ser de otra manera, así que la primera pasó más desapercibida.
Tiempo después quisé leer el manga. Ediciones B había publicado la serie en dos formatos, uno en álbum y otro en tomos recopilatorios, ambos a color y ambos algo descatalogados. No en vano la serie llevaba tiempo en el mercado. Pero unos meses después volvieron a publicar la obra en formato original: seis tomos en blanco y negro y sentido de lectura occidental adaptado por Otomo. Lo único malo, su precio. Cada tomo costaba 2500 pesetas de las de entonces. Poco a poco, en reyes y cumpleaños, conseguí hacerme con todos, siendo una delicia su lectura y uno de mis tesoros más preciados.
Años después el manga volvió a editarse en tomos a color y la peli ha vivido varias ediciones, más que nada porque en Japón gustan de reeditarla con algún detalle como nuevo sonido remasterizado, nuevo color remasterizado, nueva serigrafía remasterizada, nuevo precio remasterizado... Y siempre queda el runrún de la posible versión estadounidense, que nunca termina de arrancar. Y lo entiendo, es muy difícil adaptar una obra tan larga como ésta y no fracasar en el intento. Ya tiene treinta años y una legión de fans deseando ver a Kaneda en moto otra vez, pero no una chapuza cualquiera. A mí gusto, ni siquiera Otomo fue capaz de trasladar la esencia del manga a la peli de animación, no creo que otra persona consiga hacerlo. Por otro lado, la historia muestra un futuro, presente ya, muy distinto al actual o a lo que se consideraría futurista. Un espectador no fan del manga se quedaría frío al ver una adaptación fiel en la que ni siquiera existen los teléfonos móviles o con un concepto de quinquis muy desfasado ahora mismo.
Por suerte, siempre nos quedará el manga. O no, pues siento que a éste le pasa como a otros y la tinta está yéndose poco a poco.
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